Esto da para varios tomos. Lo sé. Empezaré por un científico social que superó las oleadas de lo políticamente correcto en psicología. Cuando antes del Covid planetario todo era una tsunami de mentalidad positiva e inteligencia emocional, le preguntaron al gran Howard Gardner (autor entre otras de las investigaciones-frontera sobre inteligencias múltiples) qué pensaba sobre el libro de Daniel Goleman de Inteligencia Emocional. Uno de los bestsellers que más pasta ha hecho ingresar a legiones de consultores y coach. Sobre el libro Howard Gardner dijo: “Lo mejor de ese libro es que todo está explicado en el título. No hay necesidad de leer más.”
En la novela negra, Raymond Chandler que tenía un ingenio absolutamente mordaz con sus imágenes ( “ pasaba tan inadvertido como una tarántula en un plato de nata”) le dedicó a James M.Cain (“ El cartero siempre llama dos veces”) está andanada:
Todo lo que toca huele a macho cabrío… Es un Proust con mono grasiento… Semejantes personas son el desecho de la literatura, no porque escriban sobre cosas indecentes, sino porque escriben de manera indecente. Nada en ellos es duro y limpio, frio y ventilado. Un lupanar con olor a perfume barato en el salón y cubos de basura en la puerta trasera. ¿ Sueno yo como él, por el amor de Dios?