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El clavo de oro
Ochoa, el protagonista, respira, siente, piensa y toma decisiones como los pioneros: sin dejar de avanzar a un nuevo territorio. Y como los pioneros, deja amplio espacio para que otros personajes de mucho carácter se expresen, afirmen y abran episodios de aventura inesperados y sorprendentes. Su hija Hannah que no ve desde que tenía un año y que está identificada – quizá habría que decir diagnosticada- como una joven de 17 años de muy alto potencial que decide ir a España a vivir con su padre, su colaboradores en Mogadiscio, Somalia, muertos en un atroz atentado en el que el mismo tendría que haber sido víctima, la cara oculta de su padre que va conociendo por uno de sus amigos de aventuras, Clemente, el encargo de La Gran Logia Ibérica para identifique, descubra y neutralice una “Logia a Cubierto”, es decir una Logia con propósitos delictivos y fuera de la norma de los francmasones…
Esos personajes potentes son como un viento de cola demasiado intenso a veces como para llevar el timón con seguridad. Pero Ochoa sigue experimentando un camino, prodigioso a veces, en el que ha de asimilar las ECM, experiencias cercanas a la muerte de su padre, el lado peligrosamente ciber-delictivo de su hija, la inteligencia perversa del grupo de francmasones desleales que quieren montar un núcleo delictivo. Y encuentra también compañeros de riesgo y alma que le abren la mente a otro tipo de estrategia en la vida, mas sutil y precisa en base a lecciones en el rio Blacfoot de Montana de la pesca con mosca. En la estrategia de la pesca con mosca hay tanto humor como sabiduría.
Hay un momento en el pasado de Ochoa que es un tiempo-frontera. Sucede en Nguima, Congo, cerca de la frontera con Gabón. Ochoa está abatido por la ingratitud y preocupado por sus hombres; le han arrebatado una buena obra realizada. Un anciano, al verlo derrumbado y saber de su temple y entereza, le invita a Moambé de pollo y le pregunta cuando se ha terminado el plato:
_ ¿ Qué hay ahora en tu plato?
_ No hay nada – le contestó Ochoa señalando su plato vacío como si fuese un chico aplicado.
_Eso pasa con nuestra alma – le señaló el anciano- a veces las contrariedades nos la dejan sin nada, pero no vacía. Justo entonces algunas personas comienzan a llenarla de Humanidad.
_ No te entiendo anciano – le volvió a preguntar Ochoa “tocado” por su respuesta
_ Lo que llamamos alma es un líquido que traemos al nacer y que está destinado a vaciarse. La verdadera alma, la que busca alcanzar la Humanidad, está vacía de tantas desilusiones.
Ochoa llega a su nuevo territorio vuelto del revés: nada de lo que creyó saber se sostuvo y de las personas importantes, tuvo que abarcar, templar y comprender lo incomprensible de su lado oscuro. Al final, con su alma vaciada, encuentra lo que tuvo cerca de el y no podía reconocer: un amor sin estrenar.