Netflix se ha unido a los censores que deciden reescribir la historia y la literatura. Comisarios políticos que imponen un lenguaje inclusivo con tiranía y que van presentando una realidad sin relieve, uniforme, con conformados listos para la sumisión. “Gordo” y “Feo” son las penúltimas palabras para aniquilar.
El “Gordo de Minnesota” (Jackie Gleason), en la absoluta obra maestra “El Buscavidas”, es un bailarín en torno al juego de perder y ganar en una mesa de billar que es la vida que se mueve bajo la superficie. El Gordo de Minnesota se sabe ganador, como el guapísimo Eddie Felson (Paul Newman) desea secretamente perder.
Y pierde con el Gordo de Minnesota que a cada fotograma va resultando mas guapo que Eddie. Netflix y los totalitarios del lenguaje, perderán. Como perdió la inquisición (santa) y sus imposiciones lingüísticas, como perdió el comunismo con sus atroces mutilaciones de lenguaje o el nazismo y su neolengua. ¿No os suena lo que ocurre en Netflix a los programas de reeducación? Es obsceno como quieren que traguemos su pus ideológica.
Pero perderán, me asegura el “Gordo de Minnesota”, solo tenemos que seguir jugando, con elegancia, bailando en torno a la mesa y registrando las contradicciones del guapo Eddie. ¿Pero qué es lo que les espanta a los inquisidores de ahora? ¿Que un gordo sea genial y no sea mediocre?¿ Que se mueva como Anna Pavlova en torno a una mesa de billar y no como un patoso zafio? Perderán. El Gordo de Minnesota es mi mejor Sibila: no se equivoca.