Hay un dios que está antes y detrás de todos los dioses. Hace creer a algunos que pueden manejarlo a su antojo: se llama azar.
¡Teo B, tantas veces viendo rodar su vida impulsada por dos dados sobre el tapete verde! ¡Tantas veces! Y esta mañana, en la boca de metro Bilbao, ha mirado donde tenía que mirar: exactamente por encima de la mascarilla de una muchacha. Y entonces los vio. Dos ojos brillando como dos seises. Sabía que su buena racha había comenzado. Cambiaría un par de cosas: sabría mirar siempre por encima de la mascarilla de las personas y desterraría al desván de los ídolos el pretencioso azar. Solo creería en ella y en sus dos ojos brillando como seises.